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Mø y Corizonas dieron la campanada en la segunda jornada del Low

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La segunda jornada del Low Festival estuvo marcada por dos cosas: el sold out (25000 asistentes) debido a que el grueso de los pesos pesados del cartel se concentraban en ese día; y una ola de calor que llegó a salir en las noticias. Lo que hacía el sábado no estaba en los escritos, y harían bien los organizadores en replantearse eso de poner conciertos a las 18:15 porque ni siquiera pasadas las 19:30, que fue cuando llegué yo (perdiéndome a mi pesar el set de Carlos Sadness porque sencillamente el calor era insoportable), el sol daba tregua. Puedes ver nuestras fotos de la segunda jornada del festival en nuestra galería de Flickr.

Yuck

Max Bloom and Mariko Doi from Yuck

La primera actuación de la tarde fue la de Yuck ante unos pocos valientes que nos congregábamos frente al escenario Matusalem. Mientras, decenas de personas hacían cola bajo el sol en unas casetas en las que repartían camisetas y mochilitas gratis, haciendo caso omiso de la música en un gesto, el de ir a un festival de música con todo el esfuerzo económico y físico que ello implica, y hacer caso omiso de la música; que veo muchas veces y que jamás logro comprender. El caso es que la formación inglesa, Yuck, hizo algo similar a lo que les vimos el pasado invierno en Madrid, pero con todo el sol en la cara: ser muy fríos pero también muy solventes. Guitarras cargadas de riqueza y con un sonido pulido y bastante limpio; pero voces apagadas y fuera de tono con demasiada frecuencia. Como siempre, aunque sus últimas grabaciones tienen calidad, los temas que realmente triunfan son los de su primer disco. Sonaron bien, pero les faltó un puntito de conexión con el público que tal vez en sala sea más fácil de conseguir.

Baralides

Baralides

Con el concierto de Yuck aún a medias y a la vista de que lo que estaban haciendo ya lo había visto antes, me desplacé al escenario Sounds From Valencia para ver a uno de los grupos que más me habían llamado la atención de su programa: Baralides. Una formación que en estudio me sonó de folk muy cálido y limpio, con un buen puñado de canciones realmente hermosas, y que en directo supo añadir pinceladas de electricidad y algo de rock a su fórmula para adaptarla al formato festivalero. El resultado sonó magnífico y quedé encantada con esta banda alicantina de la que espero saber más pronto.

The Horrors

Faris Badwan from The Horrors

Tras ellos llegaba el primer plato fuerte de la noche: la oscura formación británica The Horrors. Partamos de la base de que esta gente nunca me han dicho gran cosa y que tras escuchar su último disco un par de veces consideré que no le había aportado nada a mi vida. Y dicho esto, y tal vez porque no esperaba nada de ellos, me gustaron bastante. Hicieron gala de un sonido muy bueno, tal vez de los mejores del festival, en un concierto que comenzó muy potente y que todavía tuvo margen para crecer en intensidad, frío en lo que a las emociones se refiere pero con el ruido el lenta ascensión para acabar en un apoteosis muy sorprendente. Leo que a muchos les parecieron tediosos: a mi me pasó lo contrario. A pesar de ser fríos con el público ponían mucha sensibilidad sobre el escenario y cada acorde que arrancaban de sus instrumentos era verdaderamente sincero. Empezaron con contundencia y acabaron aún mejor y, a pesar de conocer pocos temas, todo lo que sonaba me agradó muchísimo.

Corizonas

Javier Vacas and David Krahe from Corizonas

Según acababa el concierto de The Horrors mucha, muchísima gente se encontraba ya frente al escenario Matusalem para ver a la superbanda más en forma de los últimos años en nuestro país: Corizonas. E hicieron bien: dieron a todas luces uno de los mejores conciertos de todo el festival. La formación es tan numerosa como carismática y para colmo está formada por músicos sensacionales, de modo que lo tienen todo. Folk arenoso y auténtico, con momentos frenéticos y rebosantes de sonido sazonados con divertidas aclaraciones sobre la historia de la banda para el público. Detalles como que en Corizonas hasta el batería compone canciones o que las dos bandas se conocieron en una convención de admiradores de Black Sabbath hicieron que el concierto fuera más entretenido todavía. La adición de versiones, como el mítico Wish You Were Here de Pink Floyd fue definitiva. El único problema tuvo que ver con la polémica que sobrevoló todo el festival: pocos minutos antes de que les llegara la hora de acabar su concierto, literalmente, les apagaron el escenario. ¿El motivo?

Massive Attack

3D from Massive Attack

Resulta que Massive Attack (cabeza absoluta del cartel de esta edición del Low) exigieron que mientras durara su concierto ninguno de los otros escenarios debería estar en funcionamiento. No está claro si esta exigencia fue formulada de manera imprevista, aunque es el tipo de cosas que se suelen mencionar en los contratos que los festivales firman con los artistas. En cualquier caso es obvio que la organización no había previsto este asunto y se vio en un verdadero aprieto. Tengo que admitir que aunque Massive Attack solo hubieran avisado de esta exigencia el mismo sábado, esta es en parte comprensible: cuando el festival estaba a tope (y había momentos en los que había 4 escenarios sonando a la vez) había muchos puntos del recinto en los que solo se oía un barullo indescifrable. Y algunas partes del escenario principal no se salvaban. El espectáculo que Massive Attack llevaban preparado era complejo y lleno de momentos bastante delicados en lo que a sonido se refiere y podría comprender que según llegaran y escucharan el percal que había se negaran a tocar en esas condiciones. No me parece lo más educado pero me parece comprensible. No obstante, repito, la organización nunca llegó a aclarar cuándo se planteó este asunto.

Dicho esto, hablemos un poco del concierto de Massive Attack. Para una persona que nunca los llegó a ver en su época dorada (los noventa) resultó muy atractivo, pero comprendo que quien los hubiera visto en el pasado no encontrara ningún nuevo aliciente. Mucha complejidad, muchas atmósferas construidas lentamente a base de percusión y un elaborado juego de luces que se adaptaba a la música como un guante. Técnicamente me parecieron soberbios y aunque pensaba que me iban a aburrir rápidamente, no me costó meterme en su juego de silencios, tensiones, misticismo y estallidos sónicos. Entre el público me pareció detectar cierta división: por un lado gente que estaba tan hipnotizada como yo y por otra muchos que hasta que no sonó Teardrop no prestaron la más mínima atención a lo que estaba sucediendo en el escenario. En plena guerra en Gaza Massive Attack fue la única banda a la que vi mojarse en todo el festival (ojo, puede que no fueran los únicos, que única no puede estar en todo todo el tiempo) con el asunto, mostrando cifras y exigencias en sus pantallas en los últimos compases del concierto ante una indeferencia general que me dio tanta pena como vergüenza. Finalmente me quedé con la sensación de haber visto un muy buen concierto pero, hay que admitirlo, un poco fuera de lugar, demasiado pausado para la hora y carácter del evento.

Second

Sean Frutos from Second

Hasta el instante en el que los británicos no acabaron su actuación en el escenario principal no pudieron subirse los murcianos Second al Matusalem. Aunque su concierto no se debió acortar mucho más de 10 minutos, se encargaron de informar al público de que les habían quitado tiempo de su actuación a causa de las exigencias de Massive Attack tal vez demasiadas veces. Tenían, eso sí, una nutrida tropa de fans extasiados frente al escenario, aunque yo no llegué a interesarme por el concierto en ningún momento: aunque Demasiado Soñadores (2011) sí que fue un álbum que me gustó mucho (y que aún oigo), el resto de publicaciones tanto anteriores como posteriores de esta banda me dejan indiferente. Y su propuesta sobre el escenario no me pareció que aportara nada del otro mundo: Sean Frutos anduvo trepando por el andamiaje del escenario y haciendo un poco el loco, pero musicalmente, poca chicha.

Editors

Tom Smith from Editors

Así que no me costó irme antes del fin de la actuación para ver a Editors en el Budweiser. La de los ingleses era una de las intervenciones más esperadas del festival y, aunque empezó de manera fantástica, me pareció que se fue desinflando como un globo. En los primeros compases del concierto la poderosa interpretación de It Breaks My Heart Go Love You me puso la carne de gallina pero durante la media hora siguiente nada consiguió llegar al mismo nivel. Lo cierto es que el setlist no me pareció el más adecuado y a cada canción que pasaba mi interés descendía. Lo contrario pasaba con la gran parte de las personas que estaban a mi alrededor, que parecían absolutamente encantadas.

Mø

Bastante decepcionada me volví al escenario Matusalem a ver a la danesa . Al principio había bastante poca gente frente a su escenario e incluso me fue sencillo meterme entre las primeras filas después de sacar mis fotos. Tengo que admitir que la danesa hizo exactamente lo mismo que hace unos meses en el Independance de Madrid: estar como una cabra y cantar de puta madre. Pero es que lo hace tan bien y tan divertido que aunque sospechaba que el concierto de Editors tenía que remontar en algún momento, me daba una pereza infinita volver hasta allí (la extraña disposición de los accesos al escenario principal, que hacía incomodísimo entrar desde el Matusalem, tampoco ayudó). A medida que pasaron los minutos el escenario se llenó un poco más y Mø, con su afición a cantar entre el público y lanzarse sobre éste para que la levanten en volandas, se los metió en el bolsillo rapido. Sus innumerables cabriolas sobre el escenario le hicieron comerse el suelo una vez (una hostia con todas las letras de la que se recuperó sin dificultad), pero en ningún momento dejó de cantar con solvencia. Puso a bailar al personal sin complicarse a base de los hitazos que lleva bajo el brazo y me dio la impresión de que dejó enamorados a muchos que no sabían ni quién era.

We Have Band

Darren Bancroft from We Have Band

Nos acercábamos peligrosamente a unas horas respetables de la noche y la fiesta propiamente dicha empezaba. El trío de electro-dance británico We Have Band desplegaba toda su artillería bailonga en el Budweiser ante muy poca gente, cosa que no puedo entender: si ahí estuvieran los Crystal Fighters en ese campo de fútbol no habría cabido un alfiler y en cambio estos ofrecieron un espectáculo que poco tenía que envidiar al de la carismática banda londinense y el público del festival ni puto caso. Supongo que es lo que tienen los nombres, pero es una lástima porque aunque bien es cierto que tal vez les faltaba cierta calidez de cara a la audiencia, sus beats eran endemoniados y era sencillamente imposible no ponerse a bailar. Una banda muy a tener en cuenta si vuelven por España porque fueron todo un acierto por parte de la organización.

El Columpio Asesino

Raúl Arizaleta from El Columpio Asesino

Los retrasos asociados a lo de Massive Attack hicieron que el concierto de The Parrots en el escenario Wiko acabara solapando totalmente con el de El Columpio Asesino en el Matusalem. Como no solo los había visto una semana antes en Benicassim, sino que esa misma mañana había tenido oportunidad de verlos hacer el loco y divertir a base de bien en un pequeño showcase que ofrecieron junto a la piscina del festival, me quedé con los navarros. Desde que se publicara Ballenas Muertas en San Sebastián he tenido bastante curiosidad por saber cómo funciona este álbum en directo, y a juzgar por la cantidad de gente que se agolpaba frente al escenario (mucha más que la que se había quedado en el principal), no era la única. Desgraciadamente, quedé muy decepcionada con la actuación: eran más las tres de la mañana y los navarros salieron a hacer un concierto duro y complejo en el que, mucho me temo, no supieron conectar con el público que pedía hits. No le ponen a uno a altas horas de la madrugada para que demuestre cuan oscuro y retorcido puede llegar a ser su rock sino para dar caña y hacer ruido. Yo he visto a Columpio hacerlo (Sonorama 2011) de manera genial, con una orgía de distorsión y locura que no ensombrecía el áspero sonido de la banda. Es un concierto que probablemente habría disfrutado sin tregua en una sala madrileña en invierno pero a esas horas de la noche el cuerpo pedía otra cosa.

La entrada Mø y Corizonas dieron la campanada en la segunda jornada del Low aparece primero en bSides.


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